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Me estoy viviendo lo que me pasa hasta que lo desintegro, como una pieza musical, separo cada nota, siento cada una de ellas en su conjunto, luego en su belleza individual, hasta llegar al dolor, o probablemente acto seguido al llanto.
Demasiado racional con las cosas que no hay que serlo.
Me esta costando cada vez mas encontrarme la razón.
Me volví más insomne que nunca, me cuesta dormir.
Cuando imaginamos a alguien sufrir, lo vemos en pijama, con el humo de varios cigarros impregnado en el pelo y en las ropas, un cenicero repleto en el velador al lado izquierdo de la cama, algunos vasos vacíos, concepto de teleserie bien incorporado en nuestros juveniles cerebros, terminamos por creer que es así como se sufre.
Entonces, cuando no es así, cuando los días siguen, y vamos a trabajar, seguimos comprando cosas, haciendo la cama, tomando café, acordándonos mas de lo que creemos, y pese a sentirnos incómodos en nuestros pequeños cuerpos nos terminamos sintiendo profundamente conformes con la decisión que hemos tomado para nuestras vidas, algo ubicado quizás en la nuca, o cerca del pecho, del estomago incuso, podría gritarnos que estamos probablemente equivocados, sin embargo nosotros, débiles seres egocéntricos, seguimos encontrándonos la razón.
Por eso, cuando vemos que seguimos, haciendo lo que siempre hemos hecho, algunas variaciones en la forma quizás, nos sentimos poco exclusivos, nuestra pena es igual a todos los días del año, a toda la gente que corre para almorzar en 45 minutos, nadie, o casi nadie se detuvo. Se sufre sufriendo, en el aguantarse la pena y los gritos en los lugares públicos, en el aguantarse.
En creer que poéticamente he gritado mas de una vez, mas de alguna declaración.
En el recorrido que inicie hace un tiempo, estoy terminando de desintegrar los últimos recuerdos.
Demasiado racional con las cosas que no hay que serlo.
Me esta costando cada vez mas encontrarme la razón.
Me volví más insomne que nunca, me cuesta dormir.
Cuando imaginamos a alguien sufrir, lo vemos en pijama, con el humo de varios cigarros impregnado en el pelo y en las ropas, un cenicero repleto en el velador al lado izquierdo de la cama, algunos vasos vacíos, concepto de teleserie bien incorporado en nuestros juveniles cerebros, terminamos por creer que es así como se sufre.
Entonces, cuando no es así, cuando los días siguen, y vamos a trabajar, seguimos comprando cosas, haciendo la cama, tomando café, acordándonos mas de lo que creemos, y pese a sentirnos incómodos en nuestros pequeños cuerpos nos terminamos sintiendo profundamente conformes con la decisión que hemos tomado para nuestras vidas, algo ubicado quizás en la nuca, o cerca del pecho, del estomago incuso, podría gritarnos que estamos probablemente equivocados, sin embargo nosotros, débiles seres egocéntricos, seguimos encontrándonos la razón.
Por eso, cuando vemos que seguimos, haciendo lo que siempre hemos hecho, algunas variaciones en la forma quizás, nos sentimos poco exclusivos, nuestra pena es igual a todos los días del año, a toda la gente que corre para almorzar en 45 minutos, nadie, o casi nadie se detuvo. Se sufre sufriendo, en el aguantarse la pena y los gritos en los lugares públicos, en el aguantarse.
En creer que poéticamente he gritado mas de una vez, mas de alguna declaración.
En el recorrido que inicie hace un tiempo, estoy terminando de desintegrar los últimos recuerdos.
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