
Cuando vamos a cumplir años, la gente se encarga una semana antes del día en si, de recordarnos, que estaremos de cumpleaños, nos preguntan que vamos hacer, si vamos a salir.
Dentro de esa semana aunque nos importe bien poco, logramos sentirnos de cumpleaños, pero a medida que se acercan los días, algo pasa, que cada vez somos menos cumpleañeros, hasta que llega el día, donde en realidad no pasa nada especial, y todos te saludan, te abrazan, te llaman por teléfono, pero a mi, no me pasa nada, llevo una semana esperando, entre comillas, el día de mi cumpleaños, donde en realidad no espero nada, y se me han ido quitando las ganas, no me gusta el protagonismo, ni que me canten, ni soplar las velas, ni mucho menos que ahora me hablen sobre los veinte años, un cambio en la vida numérica, que me imagino que poco importa, pero que pareciera que es trascendental, mañana cumplo 20 años, mi mama se caso a los veinte años, a los 21 tuvo una hija, pareciera que incluso en esas cosas mi vida gira completa y absolutamente distinta a la de ella, me angustia cumplir veinte años, y pasar un nuevo cumpleaños igual que el anterior, esperando algo que no va llegar nunca, hace cuatro años que mis cumpleaños han sido marcados por diversos sucesos, mañana, a diferencia de estos años, es un día como cualquiera, solo que este ultimo tiempo, algo se ha encargado de hacerme notar, que de la rebeldía de los 19 al riesgo de los veinte hay un paso importante, aunque a nadie le importe, creo ahora, que a mi me importa mas de lo que creo.
Mis amigos para sus cumpleaños hacen un balance del año, yo jamás he hecho eso , pero quizás este sea un buen momento para hacerlo, mis diez y nueve años son hasta ahora, lo mas increíble, lo mas hermoso e inclusive lo mas doloroso que me han pasado, el año mas intenso, mas maravilloso y mas terrible, con los 19 me muero y con los veinte revivo, quizás como siempre en adelante, de un tiempo hasta ahora, me ocupo de otras cosas, las vergüenzas no me importan, y si tengo que arrepentirme de algo, me arrepiento de no haber entendido estas cosas antes. Sin embargo el otro día pensaba, que la cristina que nace ahora con sus veinte años, no habría existido nunca, si no hubiera pasado todo lo que hasta ahora ha ocurrido.
Necesitaba verme morir, y perder.
Sin la perdida y el dolor la comodidad de mis resoluciones habría seguido siendo la misma, y ahora digo con certeza que las cosas no son así.
Ahora mientras hablo de todo esto, apareció mi sobrino en mi pieza, diciendo mi nombre y estirándome los brazos, tiene un año y 4 meses, Javier es mi reconciliación conmigo misma, el saca lo mejor de mi, y lo mas triste también.
Pensé en mi mama a los veinte años esperando un hijo, yo no estoy esperando nada, pero sigo fumando en el balcón, mirando caer las hojas, enojándome con el señor que las barre, sigo escribiendo donde pueda, sigo llorando con las historias tristes, sigo acordándome de nuevas cosas, sigo encontrándome cosas maravillosas en la calle, sigo amando el teatro, lo inicial es que sigo, de cualquier forma ambigua a o que llamemos seguir, pero tengo a mi sobrino mirándome a los ojos y estirándome los brazos, y mañana cumplo los aun pequeños veinte años, y soy la menos cumpleañera y no tengo velas, ni piñata, ni serpentinas.
Dentro de esa semana aunque nos importe bien poco, logramos sentirnos de cumpleaños, pero a medida que se acercan los días, algo pasa, que cada vez somos menos cumpleañeros, hasta que llega el día, donde en realidad no pasa nada especial, y todos te saludan, te abrazan, te llaman por teléfono, pero a mi, no me pasa nada, llevo una semana esperando, entre comillas, el día de mi cumpleaños, donde en realidad no espero nada, y se me han ido quitando las ganas, no me gusta el protagonismo, ni que me canten, ni soplar las velas, ni mucho menos que ahora me hablen sobre los veinte años, un cambio en la vida numérica, que me imagino que poco importa, pero que pareciera que es trascendental, mañana cumplo 20 años, mi mama se caso a los veinte años, a los 21 tuvo una hija, pareciera que incluso en esas cosas mi vida gira completa y absolutamente distinta a la de ella, me angustia cumplir veinte años, y pasar un nuevo cumpleaños igual que el anterior, esperando algo que no va llegar nunca, hace cuatro años que mis cumpleaños han sido marcados por diversos sucesos, mañana, a diferencia de estos años, es un día como cualquiera, solo que este ultimo tiempo, algo se ha encargado de hacerme notar, que de la rebeldía de los 19 al riesgo de los veinte hay un paso importante, aunque a nadie le importe, creo ahora, que a mi me importa mas de lo que creo.
Mis amigos para sus cumpleaños hacen un balance del año, yo jamás he hecho eso , pero quizás este sea un buen momento para hacerlo, mis diez y nueve años son hasta ahora, lo mas increíble, lo mas hermoso e inclusive lo mas doloroso que me han pasado, el año mas intenso, mas maravilloso y mas terrible, con los 19 me muero y con los veinte revivo, quizás como siempre en adelante, de un tiempo hasta ahora, me ocupo de otras cosas, las vergüenzas no me importan, y si tengo que arrepentirme de algo, me arrepiento de no haber entendido estas cosas antes. Sin embargo el otro día pensaba, que la cristina que nace ahora con sus veinte años, no habría existido nunca, si no hubiera pasado todo lo que hasta ahora ha ocurrido.
Necesitaba verme morir, y perder.
Sin la perdida y el dolor la comodidad de mis resoluciones habría seguido siendo la misma, y ahora digo con certeza que las cosas no son así.
Ahora mientras hablo de todo esto, apareció mi sobrino en mi pieza, diciendo mi nombre y estirándome los brazos, tiene un año y 4 meses, Javier es mi reconciliación conmigo misma, el saca lo mejor de mi, y lo mas triste también.
Pensé en mi mama a los veinte años esperando un hijo, yo no estoy esperando nada, pero sigo fumando en el balcón, mirando caer las hojas, enojándome con el señor que las barre, sigo escribiendo donde pueda, sigo llorando con las historias tristes, sigo acordándome de nuevas cosas, sigo encontrándome cosas maravillosas en la calle, sigo amando el teatro, lo inicial es que sigo, de cualquier forma ambigua a o que llamemos seguir, pero tengo a mi sobrino mirándome a los ojos y estirándome los brazos, y mañana cumplo los aun pequeños veinte años, y soy la menos cumpleañera y no tengo velas, ni piñata, ni serpentinas.