domingo, 17 de febrero de 2008

el subtexto


Las pupilas gangrenadas, oxidadas, de tanto ver lo que no se ve… DONDE NADIE NUNCA VE.
Prometí que no volvería a llorar, y mentí.
Un par de días silenciosos y todo cambia radicalmente.
Voy a atornillar metales a mi sien, a reventarme las ilusiones.
Voy a olvidar el nombre que aun no memorizo.
La asfixia erradica en el dejar de mentir. En el filtro.
Con la boca seca se sigue cantando, a pedazos sueltos, con acordes falsos.
La almohada no ahoga lo suficiente, y no es tan silenciosa.
Tengo humedad hasta en los dedos, las yemas, esas que tocan todas las cosas… a esas cosas me refiero.
La casa ya no parece la casa, es un espacio en blanco, un cuadro sin terminar, algo que no fue empezado si quiera.
Y llené la limpieza con las suelas embarradas.
Ensucié donde ya estaba todo muerto, donde había un corazón lleno de pornografía.
Silencié los pasos, miré alrededor, alcé una ceja y me reí de todo, de incluso aquello. Me reí de mí. De ti. Hasta que dejaron de ladrar los perros, y se alargo la vereda y se hizo grande la noche. Iba despierta, ese detalle pocas veces duerme.
Y mientras me trizaba, entoné un odio silencioso.